miércoles, 2 de junio de 2010

Canopy









Canopy en Huilo-Huilo

Estoy en una plataforma que cuelga a 20 metros aferrada al tronco de un árbol aún más alto. La lluvia no cesa y causa que la piel se sienta viva mientras, a la distancia, las nubes se mezclan con las montañas cubiertas de bosques. A esa altura, justo allí, se puede vivenciar realmente la potencia de la naturaleza, de los bosques siempreverdes de la región de los Ríos y su legión de vida.

La visión, sin embargo, es fugaz. El guía indica que es turno para lanzarnos por el largo cable de acero que pende entre las copas de los árboles. El canopy de Huilo-Huilo, deporte que ya ha hecho del sur chileno su hogar, es una gran oportunidad de vivir la naturaleza. De sentirla como una experiencia.

Desde sus orígenes este parque privado instauró esta práctica surgida en Costa Rica como única solución de estudiar la flora y fauna residente en el follaje de las selvas tropicales por parte de los científicos. La inventiva solución se convirtió en uno de los deportes extremos que detenta una de las mayores estándares de seguridad para los practicantes.

Por el Techo de Huilo-Huilo
Rebobinemos. Antes de estar un par de decenas de metros sobre el piso hay que volver al hotel Baobab. Es este el punto neurálgico donde se decide que aventura o mini viaje tomar dentro de la reserva. Hay bastante para elegir. Y los guías se esmeran en explicar pros y contras.

Entre las opciones más destacadas están las cabalgatas (1 a 6 horas de duración), circuitos de mountain bike (3 a 6 horas de duración) o en la que se mezcla la bicicleta con un kayakeo final. También hay recorridos de trekking a diversos puntos como el salto Huilo-Huilo y Puma o a la Laguna de los Patos, caminatas que van desde 90 minutos a 4 horas. Como el parque privado tiene acceso a las montañas cercanas también se puede optar por excursiones que ascienden el volcán Mocho y sus alrededores en jornadas que duran el día completo.

La elección va por lo más tradicional de la casa: el canopy. Es una de las disciplinas fundadoras en Huilo-Huilo y hoy se ofrece en tres opciones: el "Vuelo del Chucao" (para niños), el "Huilo-Huilo" (intermedio) y el afamado XL, que posee la tirolesa más larga del país y que alcanza los 600 metros y se encumbra sobre 90 metros de altura.

No hay dudas, tomamos el XL.

Natura Manda
Una de las características más notables del sur chileno es su variabilidad climática. El día del canopy la lluvia se presentó como si su cita fuese ineludible. Sin embargo, eso no afecta a las actividades en general. O sólo un poco. Una variación.

En este caso fue cambiar el XL (para otra oportunidad será) por el nivel intermedio. ¿Por qué? El fuerte viento reinante no combina con tanta altura. Es "medio peligroso", dicen. No hay problema.

Una vez llegados a la portería a todos quienes vamos a experimentar el vértigo de las alturas nos equipan con implementos de seguridad: arnés, mosquetones, casco y guantes. Nos volvemos a montar en las camionetas y enfilan cerro arriba, unos 5 minutos.

Eso basta. Al bajar sigue la lluvia y no parará más durante toda la travesía. Una vez en la primera plataforma, los guías enseñan a todos los conceptos básicos de manejo del arnés, la polea y sus aparejos asociados.

El pelotón de visitantes convoca a edades y sexos sin distinción. Eso lo hace, de algún modo, emocionante y a la vez tranquiliza el espíritu de los que temen la altura. El canopy consta de una serie de plataformas y tirolesas que arman un circuito que recorre el bosque templado húmedo desde arriba.

La gracia es que comienza todo lentamente. El cable inicial sirve de experimento, es corto, el guía se ve cerca y se aprende rápido. El protocolo de seguridad implica que siempre habrá un guía en adelante y atrás de uno por lo que peligros casi no hay- sólo el vencer el miedo propio de andar por los aires.

Si se controla el nervio, se abre un mundo en que es posible observar la vida en las cimas arbóreas. El follaje de coigues, tineos y arrayanes, la forma en que cae la lluvia, los cantos de las aves o los musgos y líquenes que crecen en la superficie de casi cualquier cosa. Se abre un cosmos nuevo entre salto y salto.

La adrenalina fluye tan rápido como las nuevas panorámicas. Las tirolesas más largas llegan a los 200 metros. Luego de 6 lanzamientos entre la foresta, termina el circuito. Pasa demasiado rápido, queda gusto a poco. La promesa será volver por el XL, en ese dicen que de verdad da miedo.

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